Visitar el Palacio Real de Madrid significa viajar a través de la historia de España. Desde antes de que Madrid fuera capital, un emir construyó, ya en el emplazamiento del Antiguo Alcázar, una alcazaba para defender Toledo del avance de los cristianos. Esta alcazaba fue utilizada por los reyes de Castilla en varias ocasiones, pero serían Carlos I y su hijo Felipe II los que convirtieron esta antigua fortaleza en la residencia permanente de los monarcas. En 1734, un incendio destruyó el edificio y, sobre sus restos, Felipe V mandó construir el palacio actual. Sin embargo, Carlos III será el primer monarca en ocupar el palacio y sus sucesores Carlos IV y Fernando VII quienes se ocupen de completar su decoración.
El edificio, aunque no está habitado por los actuales monarcas, es la residencia oficial de los reyes, se articula en torno a un patio cuadrado con una galería y una Plaza de Armas, donde se sitúa la fachada principal del palacio.
Las estancias más destacadas del Palacio Real son la Escalera Principal, de más de 70 escaños; el Salón del Trono, el Salón de Alabarderos, la Sala de Guardas, la Real Farmacia, que conserva armarios y recipientes de cerámica originales; y la Capilla Real. Mención especial recibe la Real Cocina, reformada recientemente y que se puede visitar desde el pasado mes de octubre.
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